sábado, 10 de agosto de 2013

La batalla por las ideas o cómo teñir la sociedad de verde


La hiedra

¿Es posible hacer frente a los medios de comunicación de masas en la lucha por la hegemonía de las ideas? Este artículo analiza cual es el origen de las ideas dominantes, la importancia de la batalla por desmontarlas y su relación con la lucha en la calles.

“¿Por qué no nos mataron a todos?”, se preguntaba el amo de la plantación donde trabajaba Django, el protagonista de la última película de Tarantino. También hoy nos preguntamos a menudo por qué las clases populares no se rebelan contra el sistema capitalista que, claramente, les oprime. Pero esta nitidez se cubre de nebulosa en el momento en que no es solo la fuerza de la violencia la que “obliga” a aceptar este tipo de situaciones desiguales, sino que ésta va acompañada de todo un discurso ideológico de la clase dominante que se arraiga en la población oprimida. Resultado: en muchas ocasiones, la clase trabajadora acaba justificando su propia situación de sumisión, y acaba interiorizando la idea de que no se puede hacer nada para cambiar las cosas.

Los medios como creadores de opinión pública
“Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado”, decía el escritor George Orwell. De esto se deduce que quien controla el presente, controla el futuro; o al menos un futuro próximo. Según Marx, “las relaciones que hacen de una determinada clase, la clase dominante, son también las que confieren el papel dominante a sus ideas”. Partiendo de este principio, sería absurdo que las clases con una situación privilegiada en el presente no se sirvieran de las herramientas que tienen a su disposición para perpetuar esta condición en el futuro. Y, a día de hoy, “controlar el presente” significa poderlo definir para que sea socialmente aceptable, con toda la manipulación que requiere algo así, teniendo en cuenta la cantidad de realidades inaceptables que alberga. Pero, ¿quiénes son los contadores de la realidad actualmente? Entre otros, los medios de comunicación de masas.
Cuando vemos un reportaje elaborado por el NODO, nos reímos porque la manipulación se hace exageradamente manifiesta. Hay consenso social en el hecho de que el régimen de Franco poseía de forma descarada el monopolio de la información. Es evidente que las cosas han cambiado. Si no, no nos haría reír. Ahora hay libertad de expresión, no hay censura, estamos en una democracia. Sin embargo, ¿cómo se entiende que en un estado democrático la propiedad de los medios de información esté en manos de unos pocos? La información es un derecho y, como tal, no puede ser vulnerado en pro de los intereses económicos de las empresas privadas que los poseen.
No podemos obviar que el único objetivo de las empresas es la obtención de beneficios. Y que buena parte de sus ingresos provienen de la publicidad de otras empresas o corporaciones. Esto obstaculiza el garante del derecho a la información, puesto que las empresas venden la audiencia y sus compradores son los anunciantes. Consecuentemente, la visión del mundo que presentarán los medios no colisionará con los intereses de las corporaciones anunciantes. El año pasado, por ejemplo, La Caixa amenazó con retirar la publicidad a los medios que iban a difundir la cacerolada delante del edificio central de la entidad en Barcelona. Según informó el semanario Directa, “fueron llamadas informativas, sin amenazas explícitas, pero en el caso de Televisió de Catalunya, fueron más allá y les recordaron que la entidad financiera insiere una gran cantidad de publicidad en TV3”. De hecho, la revista Café amb llet anunció la cacerolada delante del apodado "Mordor” y “recibió una notificación en la cual se le informaba de la cancelación de una página de publicidad”1.
Además, hay que tener en cuenta que los medios de comunicación no solo protegen a los intereses privados, sino también al estado. La farsa informativa después de los atentados del 11M es un ejemplo paradigmático de ello. No obstante, algún consumidor y consumidora de información ya recurrió, en aquella época, a la prensa extranjera. Y es que los tiempos han cambiado, primero, porque ahora las clases populares somos consumidoras expertas de cultura audiovisual y, por lo tanto, menos vulnerables ante sus productos. Y segundo, podemos también ser creadoras de relatos. Y, como hemos señalado, estamos en una democracia. Es por esto que también los medios han tenido que buscar mecanismos para legitimar su discurso, escondiendo sus posiciones detrás de la apariencia de objetividad y de pluralidad de las emisiones.
La falsa objetividad de los mass media Frases cortas, sin adjetivos calificativos, claras y concisas. Y sobre todo, enunciadas con cara de póquer delante de una cámara que muestra la cara plana, frontal, sin matices, sin sombras, de la realidad. Con esta estética, nuestras conciencias son inducidas a creer que la prensa es el altavoz de una realidad que se muestra de forma transparente, sin sufrir ningún tipo de deformación. Es verdad, no “califican”, pero sí que “nombran”, explican y omiten.
Son ejemplos del uso del lenguaje para tergiversar sutilmente la realidad, los adjetivos sustantivados como “antisistema”, o los substantivos como “perroflauta”, utilizados de forma camuflada. El día después de la muerte de Hugo Chávez, no eran pocos los artículos que utilizaban “caudillo” como sinónimo del presidente de Venezuela. En el Estado español, cualquier figura que pueda significar un peligro para el estatus quo o que lo ponga en duda, acaba siendo descalificada, o incluso criminalizada, por los medios de comunicación. Recientemente se ha dado voz a quienes relacionaban a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) con ETA.
La degradación del periodismo como profesión se hace evidente en el momento en que éste solo sirve para proteger al sistema o al gobierno. En el relato de los medios de comunicación, las instituciones salen casi siempre indemnes de cualquier responsabilidad. Por ejemplo, estos pueden perfectamente afirmar que “ha habido una agresión racista en el barrio del Raval”, pero nunca dirán: “El gobierno aprobará el decreto racista que impide la atención sanitaria a los migrantes sin papeles”.
La violencia que ejerce el estado sobre las clases populares es siempre legitimada con su invisibilización, mientras que la violencia que resulta del malestar que esta situación provoca sobre las clases populares es siempre criminalizada. La entrevista que le hicieron a Angela Davis cuando estaba en la cárcel, incluida en la recientemente publicada película documental Black Power Mixtape 1967-19752, muestra el choque entre estos dos tipos de violencia. Davis se escandaliza, y con razón, cuando le preguntan si justifica la violencia ejercida por la gente en las calles.
Es así como nombres como democracia, soberanía, libertad, racismo, terrorismo, derechos sociales o populismo, entre muchísimos otros, han sido deformados por los medios de comunicación de forma que ahora se entienden de forma muy sesgada. De alguna manera, los hemos asumido e interiorizado tal y como los medios los han descrito. Según dice Pablo Iglesias en una entrevista3, “la clave es entrar en el campo de batalla y pelear nosotros también” para revisar estos términos y “disputar el significado de las nociones que son normales para todo el mundo”. Cuando dice que son “normales”, se refiere a que hay un consenso respecto a su significado, y esta forma de entenderlos es “de sentido común” o “hegemónica”, en términos del revolucionario Antonio Gramsci. Pero, realmente, ¿se pueden crear relatos diferentes e independientes a éste con capacidad de penetrar en la sociedad civil? ¿Hasta qué punto influyen los medios de comunicación en la conciencia de las masas?
¿De dónde surgen las ideas? Cuando hablamos de los medios de comunicación y de la formación de las ideas de la clase trabajadora, a menudo nos imaginamos a una persona trabajadora que llega a casa agotada del trabajo, se sienta en el sofá y se deja hipnotizar por las emisiones de luz del televisor. Y deducimos que el mensaje que el nervio óptico envía al cerebro a estas horas de la noche es el único que conforma su visión del mundo.
No obstante, olvidamos que, antes de estar dos horas delante del televisor, ha estado ocho horas en su trabajo. Ocho horas que le serán “recompensadas” con un salario. Las relaciones de producción dentro del sistema capitalista se presentan como una realidad “lógica” y única posible; la vida funciona así: unas personas tienen ideas y hacen un gran esfuerzo por crear empresas y, así, empleo, y otras trabajan a cambio de un salario. Pero al fin y al cabo formamos parte de una gran familia4 con unos mismos intereses. Así se suele expresar la clase dirigente. Pero cuando el salario de trabajadores y trabajadoras “no es competitivo” y se tiene que “adaptar a las necesidades del mercado”, es decir, bajar los salarios o hacer despidos masivos, ¿dónde quedan los armónicos lazos “familiares”?
Este lenguaje que confunde “competitividad” con “explotación”, como explicaba Xabier Gracia5, miembro del Seminario de Economía Crítica Taifa, es pura ideología. Ideología de la clase dominante. Pero es una ideología finalmente aceptada porque se corresponde con la experiencia de la mayoría de la gente durante la mayoría del tiempo. La ideología no es solo cuestión de discurso; de hecho, los discursos no se producen en el vacío social. Tampoco se adquiere exclusivamente a base de las relaciones materiales entre las personas. Y es que la naturaleza de las ideas es extremamente compleja, a veces contradictoria, pero nunca, para nada, fija. Gramsci hablaba de la existencia de una doble conciencia o de dos conciencias contradictorias en la mente de las personas trabajadoras. Por un lado, una conciencia implícita en su hacer, que establece vínculos con las personas colaboradoras en la transformación práctica de la realidad. Por el otro, una conciencia explícita o verbal, con ideas heredadas del pasado, absorbidas sin el filtro de una visión crítica.
Medios de comunicación y creación de significados Entonces, ¿por qué los oprimidos y oprimidas no se sublevan contra un sistema que está configurado en contra de sus propios intereses? Tal y como explica Xabier Gracia, “el poder se articula, fundamentalmente, en su control sobre las instituciones que insieren en el individuo un conjunto de valores y de estructuras mentales concordes con las necesidades de la sumisión ideológica y la aceptación consensuada de la cosmovisión de la clase dominante”.
Y la posesión de los dispositivos de producción ideológica significa la posesión del lenguaje. Según el psicólogo ruso Lev Vygotsky, el lenguaje, “además de estar implicado en la organización de la propia actividad, participa en la formación de significados que son construidos socialmente”. Es por esto que es importante replantear estos conceptos y superar las nociones que nos transmiten a través de estos mecanismos. Pero, ¿cómo hacerlo? Según el equipo de La Tuerka, se tiene que militar en los medios de comunicación para construir esta contra hegemonía. Crear un discurso, edificar un relato propio, independiente (en la medida en que se puede). Además, como cualquier forma de contra hegemonía, tiene que tener la ambición de hacerse hegemónico. Y ahora parece que es el momento propicio para hacerlo. Primero, porque la sociedad está viviendo una crisis de consensos. Segundo, porque la evolución tecnológica ha permitido la democratización del proceso de producción audiovisual y de difusión de las ideas a través de las redes. Una especie de Nouvelle Vague6que está haciendo brotar muchísimos programas y medios que dan voz a los intereses de la clase trabajadora.
Todo esto tiene sentido si seguimos el análisis que hemos hecho hasta ahora por lo que hace referencia a la formación y el cambio de las ideas. Sin embargo, partíamos de dos principios erróneos. En primer lugar, porque estamos tratando a la clase trabajadora como mera espectadora de la realidad, cuando ella también forma parte de esta realidad y, por tanto, puede modificarla. No se trata sólo de que la entienda. En segundo lugar, porque en el momento en que, como personas militantes, nos consideramos constructoras de relatos, estamos delimitando una frontera categórica entre quienes construyen el relato teórico y quienes lo reciben, es decir, una clase trabajadora que tiene que cambiar el mundo materialmente. En realidad, todos y todas necesitamos ser educadas, y todos y todas somos responsables de cambiar el mundo materialmente. Y una de las experiencias que más educa es la lucha, que viene provocada por las relaciones de producción. Los medios de comunicación “ideológicamente más libres” (por no condenarlos al carácter subalterno que les confiere los adjetivos “alternativos” o “no convencionales”) pueden dar argumentos a los y las militantes para enriquecer y difundir su lucha. Pero no provocarán esta lucha, ni les harán cambiar el mundo. De hecho, cuando Gramsci define el perfil del “nuevo intelectual” especifica que su modo de ser “no puede consistir en la elocuencia, expresión exterior y momentánea de los afectos y las pasiones, sino en la participación activa en la vida práctica, como constructor, organizador, ‘permanentemente persuasivo’ porque no es un puro orador”7.
Además, los programas o medios que cuestionan el estatus quo tienen muchas dificultades para salir de una difusión de tipo marginal. Esto limita su penetración en aquellos sectores de la población que ya están movilizados o que ya tienen una visión crítica del sistema capitalista. De todas formas, aunque el programa Fort Apache8 o Debat999 sobre la vivienda consiguieran emitirse en una televisión estatal de amplio abasto, con un abanico de voces con argumentos sólidos a favor del “sí, se puede”, la gente no se lanzaría a parar desahucios o a ocupar pisos para alojar a personas desahuciadas. Porque este convencimiento no viene dado por los argumentos racionales que justifican un acto de desobediencia civil, sino por la experiencia de haberlo vivido. Si nunca has participado colectivamente en un evento de estas características, que corresponde a la mayoría de casos, es bastante difícil estar convencido de que “sí, se puede”.
Es por esto que no se puede militar de forma exclusiva en la construcción de ideología o de hegemonía. La caída de Mubarak no fue precedida de un proceso de concienciación ideológica previa. Sin las huelgas masivas de trabajadores y trabajadoras que la precedieron10, no hubiera sido posible. Es importante que, como militantes, seamos capaces de extraer los elementos de teoría implícitos en las luchas colectivas de la clase obrera, y contraponer esta teoría a todas las otras teorías atrasadas que viven en esta conciencia contradictoria de las personas trabajadoras. Tenemos que construir la hegemonía desde la teoría y desde la práctica, desde los medios y desde las calles.
De la contra hegemonía a la hegemonía Y, en este sentido, la PAH ha hecho una labor ejemplar11, porque ha sabido encontrar la manera de ir ganando el apoyo popular batallando en ambos espacios. Empezó parando desahucios con gente que no estaba politizada. Poco a poco, fue ganando fuerza. Y cuando hizo llegar la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) al Congreso, mostró su hegemonía en la manifestación del 16F. Pero la lucha no se ha limitado a ganar las calles, sino que también ha logrado filtrarse en los medios de comunicación ideológicamente menos libres: programas como El Gran Debate de Telecinco12, espacios de la revista Pronto, o en medios públicos como TV3 o Catalunya Radio, entre otros. Y es que las acciones de la PAH se visibilizan cada día en los medios de comunicación porque es una lucha que ha ganado tantos partidarios y ha generado tantas simpatías y, además, responde a unas consecuencias de la crisis, del sistema, que son tan dramáticas, que los medios se ven obligados a hablar de ella. Hay que reconocer que en algunos casos los medios han aprovechado las dosis de sensacionalismo del seguimiento de un desahucio como si fuera un reality show, como es el caso del programa de Ana Rosa Quintana. Pero también esto ha contribuido a hacer visible la problemática.
Sin embargo, surgieron diversas voces que asociaban al movimiento con ETA, criminalizando a la PAH a causa de sus acciones de “escrache”. Pero la batalla hegemónica está tan ganada que la sociedad ha recibido los comentarios que difundían los medios con escepticismo. Es por esto que Ada Colau tuvo la confianza para convocar, a través de una tertulia a la cual la invitaron el pasado 30 de marzo en La Sexta13, una campaña de apoyo al movimiento en contra de los desahucios llamado #PrimaveraVerde14, que está tiñendo los balcones de las ciudades y los avatares en las redes de color verde, haciendo evidente así su hegemonía de forma visual.
Mireia Chavarria es militante de En lluita / En lucha
Artículo publicado en la revista anticapitalista La hiedra
Notas
  1. Rodríguez, Jesús, 17/05/2012, semanario Directa (edición digital), “La Caixa executa l’amenaça de retirar la publicitat a mitjans que difonen la cassolada indignada”,  http://setmanaridirecta.cat/noticia/caixa-executa-lamenaca-retirar-publi….
  2. Vídeo: Entrevista entera de Angela Davis en Black Power Mitxtape 1967-1975.  http://www.youtube.com/watch?v=uVxWodQTH3w&playnext=1&list=PL2A08CC0B76A….
  3. Vídeo: Entrevista a Pablo Iglesias: Militar en los medios de comunicación  http://www.youtube.com/watch?v=ddxvO6kVMwQ
  4. Karvala, David. Marzo del 2002, folleto publicado por En lucha, Marxismo para anticapitalistas, http://www.enlucha.org/site/?q=node/266
  5. Gracia, Xabier, 15/03/2012, semanario Directa (edición digital), “Ciència econòmica o ideologia del poder”, http://www.setmanaridirecta.info/noticia/ciencia-economica-ideologia-del
  6. La Nouvelle Vague (Nueva Ola) es un movimiento cinematográfico que rompió con los esquemas del cine que se había hecho hasta el momento porque la evolución de la tecnología de la producción audiovisual permitió disponer de equipos ligeros de grabación y huir así de los platós y las dificultades de la aparatosa maquinaria de la industria audiovisual.
  7. Gramsci, Antonio, 1981, Cuadernos desde la Cárcel, México D.F., Ediciones Era.
  8. Vídeo España desahuciada, Fort Apache, 31/03/2013.  http://www.youtube.com/watch?v=1zSlRecJoAo
  9. Vídeo: Habitatge, ¿dret o condemna?, (Vivienda: ¿derecho o condena?) Debat99, 07/03/2013. http://www.youtube.com/watch?v=ZRUWm0bGMbE
  10. Ros, Manel, Octubre de 2011, periódico En lucha (edición digital), “Patrones de protesta: la experiencia de la Revolución rusa de 1905”, en  http://www.enlucha.org/site/?q=node/16571
  11. Cazorla, Bertran, 04/03/2012, blog d’en Bertran Cazorla, “Marta Sánchez, Isabel Pantoja, Ada Colau”, en http://bertrancr.wordpress.com/2013/03/04/ada-colau-isabel-pantoja-pah-c….
  12. Vídeo: El Gran Debate, Telecinco, recibe a Ada Colau.  http://www.youtube.com/watch?v=ZKNjA2YvfWg.
  13. Vídeo: Entrevista a Ada Colau en LaSextaNoche.  http://www.youtube.com/watch?v=tPtrMpCA22A.
  14. Campaña #PrimaveraVerde de apoyo a la PAH, para más información: http://primaveraverde.afectadosporlahipoteca.com/como-participar
Tomado de http://enlucha.wordpress.com/2013/05/28/la-batalla-por-las-ideas-o-como-tenir-la-sociedad-de-verde/

Las guerras de Obama no se toman vacaciones


Democracy Now!


Mientras la familia Obama se prepara para pasar las vacaciones en la isla Martha’s Vineyard, alguien debería recomendarle al Presidente que lleve el libro “Trampa 22” (cuyo título original en inglés es Catch-22) como lectura de verano. Esta clásica sátira contra la guerra del escritor Joseph Heller, publicada en 1961 y basada en las experiencias del autor como piloto de un avión de combate en la Segunda Guerra Mundial, lamentablemente es muy pertinente en la actualidad, cuando las guerras de Obama en Afganistán y otras partes del mundo continúan prolongándose.El título de la novela de Heller hace referencia a la regla de un régimen militar ficticio, según la cual solamente es posible escapar al servicio militar si se es loco, pero si se solicita ser exonerado del servicio militar se considera que la persona es cuerda y, por tanto, tiene el deber de servir en el ejército, lo que deja a los personajes atrapados en un callejón sin salida. Heller escribe en su libro “Sólo había una trampa, y era la 22, que establecía que preocuparse por la propia seguridad ante peligros reales e inmediatos era un proceso propio de mentes racionales. Orr estaba loco y podían retirarlo del servicio; lo único que tenía que hacer era solicitarlo. Y en cuanto lo hiciera, ya no estaría loco y tendría que cumplir más misiones”.
Barack Obama presentó su candidatura a las elecciones primarias de Estados Unidos de 2008 como la alternativa contra la guerra. Su principal rival era Hillary Clinton, cuya nominación como candidata a la presidencia por el Partido Demócrata parecía inevitable. Algunos años antes, en un discurso pronunciado en Chicago el 2 de octubre de 2002, Obama declaró su oposición a la inminente invasión de Irak y la denominó una “guerra tonta, una guerra precipitada, una guerra no basada en la razón sino en la pasión, no basada en principios sino en la política”. Como miembro del Senado de Estados Unidos, Obama prometió obstruir todo proyecto de ley que otorgara inmunidad retroactiva a las grandes empresas de telecomunicaciones que cooperaron en el programa del Gobierno de Bush de escuchas telefónicas de ciudadanos estadounidenses sin órdenes judiciales. Y el mismo día en que asumió la presidencia por primera vez, como recordarán, Obama prometió cerrar la prisión de Bahía de Guantánamo.
¿Puso Obama fin a la guerra de Irak? Definitivamente no, al menos no para los iraquíes. Julio fue uno de los meses más sangrientos en el país desde el aumento de la insurgencia contra el Gobierno iraquí impuesto por Estados Unidos. En lo que va del año, más de 4.000 iraquíes han muerto, la mayoría en ataques con bomba contra civiles, y alrededor de 10.000 resultaron heridos en ataques de suníes contra chiíes o viceversa. El 22 de julio, hubo un ataque militar insurgente contra la prisión de Abu Ghraib, que se hizo tristemente célebre hace diez años por las fotos estremecedoras de abusos contra prisioneros por parte de soldados estadounidenses. Quinientos prisioneros fueron liberados durante el ataque, entre ellos varios líderes de al-Qaeda. La organización Transparency International clasificó al gobierno de Irak como el séptimo gobierno más corrupto del mundo, por encima de Sudán, Afganistán, Corea del Norte y Somalia. Trece soldados estadounidenses murieron en Afganistán en julio, entre ellos Caryn Nou, una soldado de 29 años que tenía dos hijos.
La adopción de Obama de un Estado de vigilancia es ahora evidente, tras las revelaciones del informante de la Agencia de Seguridad Nacional Edward Snowden. En diciembre de 2007, la oficina del entonces senador Obama emitió un comunicado de prensa que afirmaba “El senador Obama se opone firmemente a otorgar inmunidad retroactiva a las empresas de telecomunicaciones y ha apoyado la iniciativa del senador Dodd de eliminar esa disposición del proyecto de ley FISA . Otorgar dicha inmunidad va en contra de las protecciones constitucionales que los estadounidenses esperan que el Congreso defienda. El senador Obama apoya la obstrucción de este proyecto de ley y exhorta a otros legisladores a que hagan lo mismo”. Eso decía el comunicado de prensa publicado en su sitio web. Meses más tarde, Obama no solo no obstruyó el proyecto de ley, sino que votó a favor de él. Ahora, el Presidente Obama se niega a reunirse con el Presidente Vladimir Putin el mes próximo en Rusia, debido a que Putin otorgó asilo temporal a Snowden.
Además, está la prisión de Guantánamo. Cien de los 166 prisioneros que están detenidos allí llevan seis meses en huelga de hambre. El Pentágono está alimentando a muchos prisioneros por la fuerza. Se ha autorizado la liberación de ochenta y seis de ellos. La mayoría de los 166 nunca fueron acusados y algunos permanecen detenidos en esas condiciones desde hace más de 11 años. Dicen que hay una desesperación generalizada entre los prisioneros, tanto que preferirían morir de hambre antes que tener que soportar más de lo mismo. El Presidente Obama afirmó en abril: “No quiero que estas personas mueran. Obviamente el Pentágono está tratando de manejar la situación lo mejor posible, pero creo que todos deberíamos reflexionar sobre por qué estamos haciendo esto”. De modo que hace que los alimenten por la fuerza para mantenerlos con vida, sin acusación, sin un final en vista. Aunque el Gobierno de Obama libere a dos prisioneros, un plan que el Secretario de Prensa, Jay Carney, reveló el viernes pasado, aún quedan 164 prisioneros languideciendo ahí.
Antes de salir de vacaciones, el Comandante en Jefe Obama pronunció un apasionado discurso a los infantes de marina de Camp Pendleton, California. En otro lugar, el soldado Bradley Manning asistió a otro día de su audiencia de condena. El protagonista del libro de Joseph Heller “Trampa 22”, el capitán Yossarian, sostiene a un compañero moribundo, casualmente llamado Snowden, que muere en sus brazos. La experiencia suscita la oposición de Yossarian a la guerra. Del mismo modo, Bradley Manning fue a la guerra, detestó lo que vio y tomó medidas al respecto, al filtrar documentos para generar un debate a nivel nacional.
La descripción de Heller de la guerra, cruda y descarnada, si bien se basó en su propia experiencia, es parte de la ficción, mientras que las guerras de Obama, sus ataques con aviones no tripulados, su guerra contra los informantes, son muy reales.

© 2013 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Fuente: http://www.democracynow.org/es/blog/2013/8/9/las_guerras_de_obama_no_se_toman_vacaciones


¿Terrorismo?




Desde hace ya unas décadas, hacia fines del siglo XX, fue estableciéndose como una táctica militar un tipo amplio y difuso de acciones al que se le ha dado el impreciso nombre de “terrorismo”. Quienes otorgan ese nombre tienen una idea determinada de lo que entienden por él; pero quienes lo reciben en realidad jamás se autodefinen como “terroristas”. De hecho, el autor de estas líneas aparece mencionado en un listado de la Fundación contra el Terrorismo en la república de Guatemala, pudiendo afirmar que yo no me considero para nada un terrorista. ¿Lo seré sin saberlo? ¿En qué consiste exactamente ser un terrorista?  Si bien puede haber grandes diferencias entre los que así son designados, nadie que reciba ese mote se reconoce -mucho menos se ufana de ser- “señor del terror” sino, en todo caso, luchador social. Con lo que vemos que es muy difuso el término, equívoco, hasta incluso engañoso. En verdad, ¿quién es “terrorista”? ¿Qué significa con precisión ser un “terrorista”?
Siendo estrictos, no hay una definición unívoca del término. En todo caso, puede advertirse desde el inicio que su nombre mismo ya presenta una carga negativa: evoca el terror. Un acto terrorista, por tanto, más que significado político -según la lógica con que usualmente se usa en Occidente- es sinónimo de “salvajismo”, comportando un mensaje ético, emotivo, más cercano a lo visceral que a la conceptualización racional. Carga que no tiene, por ejemplo, la llamada guerra convencional. Quien mata en guerra es un héroe. Ninguna bomba inteligente de alta tecnología es asesina, es terrorista, pero sí lo son, por ejemplo, quienes resisten a la ocupación estadounidense en Irak. O, según las nuevas leyes antiterroristas que vamos viendo por diversos países latinoamericanos, quienes se oponen a las industrias extractivas de capitales globales (minería, explotación petrolera o gasífera), o quienes simplemente alzan su voz como protesta por la carestía de la vida. ¿Tiene sentido eso, o se trata sólo de un discurso de dominación, un ejercicio de poder? En el Manual de Entrenamiento Militar de la Escuela de las Américas de Estados Unidos puede leerse como una sana recomendación para sus alumnos, por ejemplo: “aplicar torturas, chantaje, extorsión y pago de recompensa por enemigos muertos”. ¿Eso es guerra limpia o terrorismo? Más aún: ¿es posible que haya guerra limpia? El terrorismo, ¿en qué categoría entra?
Pero entonces, en definitiva: ¿qué es el terrorismo? ¿Hay alguna definición seria al respecto? De hecho se han aportado varias, pero los mismos ideólogos que debaten sobre sus propiedades no terminan de encontrar una versión convincente. El Departamento de Estado de los Estados Unidos de América en uno de sus Informes anuales sobre “Tendencias del Terrorismo Mundial”, antes de definirlo siquiera comienza diciendo que “la maldad del terrorismo siguió azotando al mundo este año, desde Bali hasta Grozny y hasta Mombasa. Al mismo tiempo, se libró intensamente la guerra mundial contra la amenaza terrorista en todas las regiones, con resultados alentadores”, con lo que, ante todo, se parte de una valoración: el terrorismo es intrínsecamente “malo”. Acto seguido lo caracteriza diciendo que “se constituye, tanto en el ámbito interno como en el mundial, en una vía abierta a todo acto violento, degradante e intimidatorio, y aplicado sin reserva o preocupación moral alguna”.
El ex presidente George Bush declaró durante su mandato que “no se cansará, no titubeará y no fracasará en la lucha por la seguridad del pueblo estadounidense y por un mundo libre del terrorismo. Seguiremos sometiendo a nuestros enemigos a la justicia o les llevaremos la justicia a ellos”. Claro que esa justicia puede ser la invasión militar, obviamente, pasando por sobre el derecho internacional y las resoluciones de la ONU. En nombre de la lucha contra este declarado “flagelo”, está visto que puede hacerse cualquier cosa. ¿Tan malo es el “terrorismo” que da lugar a todo tipo de intervención, incluidas guerras preventivas -hasta con armamento nuclear, como llegó a pretender en algún momento la Casa Blanca contra Irán muy recientemente- o hay ahí “gato encerrado”? Obviamente el hecho de concebir una situación tan tremendamente compleja como ésta en los maniqueos términos de “buenos” y “malos” (versión hollywoodense por cierto) nos advierte que ahí hay demasiada mentira acumulada.
De acuerdo a datos suministrados por el mismo gobierno federal de Washington, el “terrorismo” mata en el mundo, en promedio, 11 personas por día, la misma cantidad que muere por hambre… ¡en menos de un minuto!, o que contrae el VIH cada cinco minutos. Pero curiosamente la Casa Blanca utiliza 100 veces menos presupuesto en su lucha contra el SIDA que lo que emplea para su guerra preventiva contra el “terrorismo”. ¿Acaso representa una mayor amenaza a la seguridad de la especie humana el siempre mal definido e impreciso “terrorismo” que la pandemia de SIDA que hoy día nos aqueja, o la hambruna crónica que sigue habiendo?
El tema es complejo, y estamos dominados por un cargado discurso ideológico que la manipulación mediática de estos últimos años nos legó y sigue alimentando a diario: algunos soldados (en general blancos, rubios, amantes de la libertad y la democracia según se nos dijo -y de la Coca-Cola-) suelen ser los “buenos” en toda esta urdida historia, y los “terroristas” -que curiosamente no son blancos… ni toman Coca-Cola- suelen ser los “malos”.
¿Son prácticas “terroristas” las guerras de guerrillas, las guerras de liberación nacional, las luchas anticolonialistas? ¿Cuándo empiezan a ser “terroristas” las acciones militares? Por cierto que el campo conceptual es amplio, difuso, cargado ideológicamente. Si lo que busca el “terrorismo” es crear conmoción y pavor -según una sesgada visión-, eso fue lo que logró, por ejemplo, la invasión angloestadounidense en Irak, a punto que así se designó oficialmente la operación (“Conmoción y pavor”); y no se la llamó “invasión terrorista”. ¿Quiénes son más “terroristas”: las guerrillas antiimperialistas latinoamericanas o los grupos musulmanes antisionistas?, ¿el ejército israelí o la ETA vasca?, ¿las tropas rusas en Chechenia o los comandos chechenios en Rusia?, ¿las bombas nucleares que podrían lanzar Estados Unidos o Israel sobre Irán o los zapatistas de Chiapas?
Como vemos, las posibilidades que pueden caer bajo el arco de “terrorismo” son por demás de amplias: una bomba en un restaurante, una emboscada a una unidad de un ejército regular, un ataque aéreo de un país contra otro, son todas acciones igualmente violentas, con resultados similares: muerte, destrucción, terror en los sobrevivientes. ¿Cuál de ellas es más “terrorista”? Y por otro lado -quizá esto es lo esencial-: ¿quién las define como “buena” o “mala”?, si se quiere: como “terrorista” o como “no-terrorista”.
Es obvio que el término no es nada inocente; su utilización arrastra una tácita condena: habría una violencia legítima -la que puede ejercer un Estado contra otro, o la que ejerce contra insurrectos que se alzan contra el orden constituido-, y una violencia no legítima a la que le cabe el mote -por cierto despectivo- de “terrorismo”. La diferencia estriba no precisamente en una consideración ética (la violencia es siempre violencia, y ninguna es más “buena” que otra) sino en un ordenamiento jurídico que se desprende, en definitiva, de relaciones de poder.
El atentado contra las torres del Centro Mundial de Comercio de New York en el 2001 es un acto terrorista, pero no lo es -al menos así lo presenta la prensa oficial que moldea la opinión pública mundial- un manual militar como el citado más arriba. ¿Cuál de las dos lógicas en juego es más “terrorista”? Y si fuera cierto que la destrucción de esos edificios fue un acto auto-provocado por el gobierno federal de Washington para justificar su proyecto de guerras preventivas, ¿eso es terrorismo o no? Es terrorismo de Estado, pero la prensa oficial no habla de eso. Pinochet, en su lucha contra los “terroristas subversivos”, ¿no era él un terrorista por los métodos empleados? ¿No fueran las peores expresiones de terrorismo de Estado las guerras sucias que ensangrentaron los países latinoamericanos las décadas pasadas? Pero oficialmente esas fueron guerras “contrainsurgentes” y no “terroristas”. ¿Quién lo decide?
Si lo distintivo de un acto “terrorista” es la búsqueda de población civil no combatiente como objetivo, el 80% de los muertos en las guerras habidas desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 a la fecha se encuadra en este concepto; actos, sin duda, por los que ningún militar ni político ha sido juzgado en calidad de “terrorista”. ¿Podría ahora abrírsele un juicio al presidente de Estados Unidos como terrorista por las dos bombas atómicas utilizadas contra población civil? ¿Por qué no?
Hoy por hoy, en un mundo absolutamente dominado por los montajes mediáticos, en forma insistente se ha ido metiendo la idea del “terrorismo” como uno de los peores flagelos de la humanidad. De manera casi refleja suele asociárselo con maldad, crueldad, barbarie; y por cierto, en esa visión parcial e interesada, esas prácticas nos alejan de la civilización supuestamente democrática, presunto punto de llegada de la evolución cultural (léase: economías de mercado con parlamentos formales). Dentro de esa lógica hemos terminado por no poder distanciarnos de la falacia impulsada por los planes de dominación geoestratégicos de Washington de “terrorismo = malo, estamos contra él o somos un terrorista más”. Merced al impresionante juego manipulatorio de los medios masivos de comunicación suele ligárselo a cualquier forma de protesta, en general conectada con los países más pobres y postergados. En esa dimensión, hoy pasan a ser terroristas cualquier trabajador desocupado que protesta, o quien reclama aumento de sueldo, o un estudiante que pide más presupuesto para educación. De hecho, el autor de estas líneas podría serlo.
Todo estos montajes son intrínsecamente perversos, traicioneros, sádicos, propio de fanáticos fundamentalistas. Un “terrorista” -según ese orden discursivo- es un delincuente subversivo, un apátrida; en definitiva: un monstruo inhumano. Por supuesto que los autores del manual de la Escuela de las Américas, aunque inciten a la tortura y a la corrupción, no son “malos”, porque lo hacen en nombre de la guerra contra el terrorismo, que es, a no dudarlo, una “guerra buena”.
¿Quién en su sano juicio podría alegrarse y festejar por la muerte violenta de unos niños, de una señora que estaba haciendo sus compras en el mercado, de un ocasional transeúnte alcanzado por una explosión? Pero ahí está la falacia, lo perverso del mensaje sesgado con que el poder se defiende: se presenta la parte por el todo, mostrando sólo un aspecto -con ribetes sentimentales- de un conjunto mucho más complejo. ¿Alguna vez los medios muestran las escenas dantescas que sobrevienen a los bombardeos “legales” de una potencia militar? ¿Alguna vez se habla de las monstruosidades propiciadas por la pedagogía del terror de un manual como el de la Escuela de las Américas? ¿Sufre más una víctima que la otra? ¿Es más “buena” y “respetable” una violencia que otra? Y fuera de un amarillismo oportunista bastante execrable que constituye una grosera pornografía de la pobreza, ¿cuándo el hambre del mundo es considerado un verdadero problema por los poderes tomándose acciones reales en su contra?
Está claro que la dimensión del fenómeno es infinitamente más compleja que la malintencionada simplificación con que los poderes fácticos presentan el problema. El maniqueísmo en juego, en definitiva, ahoga las posibilidades de soluciones reales. Son tan víctimas los civiles que mueren en un atentado dinamitero hecho por un grupo irregular como los que caen bajo el fuego de un ejército regular. ¿Por qué los regulares serían menos asesinos que los irregulares?
El mundo sigue siendo injusto, terriblemente injusto; la distribución de la riqueza que el sistema capitalista crea es de una inequidad espantosa. El hambre sigue siendo principal causa de muerte de la población mundial, hambre evitable, hambre que debería desaparecer si se repartiera algo más equitativamente el producto social que creamos los humanos. Esa injusticia estructural en las relaciones interhumanas es el principal exterminio que enfrentamos a diario; pero eso no es la gran noticia, de eso no se habla mucho. Hoy el “terrorismo internacional” se presenta como el peor de los apocalipsis concebibles, y en la lucha contra él -así nos dicen al menos- vale todo.
Es por eso que sigue teniendo vigencia lo que, en 1981, firmaban numerosos Premios Nobel como “Manifiesto contra el Hambre”, y que debemos seguir levantando como principal estandarte por un mundo mejor: “Cientos de millones de personas agonizan a causa del hambre y del subdesarrollo, víctimas del desorden político y económico internacional que reina en la actualidad. Está teniendo lugar un holocausto sin precedentes, cuyo horror abarca en un sólo año el espanto de las masacres que nuestras generaciones conocieron en la primera mitad de este siglo y que desborda por momentos el perímetro de la barbarie y de la muerte, no solamente en el mundo, sino también en nuestras conciencias. […] El motivo principal de esta tragedia es de carácter político.”
Por tanto el enemigo y principal amenaza para la humanidad no es el impreciso y siempre mal definido “terrorismo”; sigue siendo la injusticia, aunque nos hayan querido hacer creer estos años que estaba un tanto pasado de moda hablar de ella.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

viernes, 9 de agosto de 2013

Ley de Comunicación Una herramienta para fortalecer la democracia



Alai


La Ley Orgánica de Comunicación, aprobada el 14 de junio por la Asamblea Nacional, es una victoria de las organizaciones sociales que durante mucho tiempo hemos luchado por mejores condiciones para ejercer el derecho humano a la comunicación y el acceso universal a las tecnologías y medios que la facilitan.

La distribución equitativa de las frecuencias radioeléctricas, una de las principales banderas exigidas desde las redes y entidades de comunicación y la sociedad civil, ha sido finalmente reconocida en la Ley. El artículo 106 establece que las frecuencias del espectro radioeléctrico destinadas al funcionamiento de radio y televisión serán distribuidas equitativamente: 33% para medios públicos, 33% para medios privados, y 34% para medios comunitarios.

Ecuador logra así un avance realmente histórico, porque abre la posibilidad de que las voces de los excluidos y excluidas puedan expresarse a través de sus propios medios de comunicación. Ahora los medios públicos y comunitarios tienen una Ley que los ampara y promueve. Nunca más los medios comunitarios podrán ser perseguidos como ilegales o piratas. Gana la democracia, gana el país y ganan los sectores populares, que por siglos fueron condenados al silencio.

Otro aspecto positivo de la Ley es que, con la restricción a los monopolios y oligopolios (Art 113), se garantiza una mayor diversidad y pluralidad de voces en la esfera pública. A partir de ahora los medios están obligados a difundir contenidos que expresen y reflejen la cosmovisión, cultura, tradiciones, conocimientos y saberes de los pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuatorianas y montubias, por un espacio de, al menos, 5% de su programación diaria (Art. 36). La Ley también garantiza la inclusión de las personas con discapacidad a través de diversas medidas (Art. 37).

La ciudadanía cuenta con mayores garantías para acceder a información de calidad elaborada con responsabilidad social. Los trabajadores y trabajadoras de los medios contarán con mejores condiciones para desempeñar su trabajo, con respeto a sus derechos laborales.

Con relación al acceso universal a las tecnologías de información y comunicación, la Ley afirma en su artículo 35 el derecho de todas las personas a acceder y capacitarse en las tecnologías de información y comunicación para potenciar el disfrute de sus derechos y oportunidades de desarrollo. Por lo tanto, el Estado debe implementar políticas públicas para que ninguna comunidad, por más alejada o pobre que sea, quede marginada del acceso a Internet y otras tecnologías, o de la posibilidad de tener sus propios medios de comunicación.

Por fin, la diversidad cultural ecuatoriana tendrá mayor presencia en los medios de comunicación. El país y sus cineastas, músicos, actores, grupos culturales y productoras locales, se verán favorecidos, pues la Ley establece que al menos el 60% de la programación diaria en el horario apto para todo público se destinará a la difusión de contenidos de producción nacional, incluyendo un 10% de producción nacional independiente. La música nacional deberá representar el 50% del contenido de la programación musical.

Las voces y los derechos de niños, niñas y adolescentes contarán con espacios en los medios de comunicación, dado que a partir de esta Ley los medios están obligados a promoverlos de forma prioritaria. (Art. 15)

La ciudadanía cuenta ahora con un mecanismo legal que le ampara y defiende frente a posibles actos de difamación, ofensas o ataques a la dignidad personal y colectiva, difundidos por los medios de comunicación.

Aspectos problemáticos

A la vez que reconocemos estos avances, constatamos en la Ley algunos vacíos y ambigüedades que podrían prestarse a interpretaciones contrarias a su propio espíritu, que apunta a democratizar la comunicación. Consideramos que la reglamentación y las políticas de implementación de esta Ley deben garantizar los derechos y la participación ciudadana, por lo que apelamos a que su elaboración se haga con consultas y aportes de diversos actores sociales.

Entre los puntos problemáticos destacamos:

• El artículo 83 autoriza la creación de medios públicos de carácter oficial, lo que resulta contradictorio porque un medio público, por definición y por estar financiado por los contribuyentes, debe tener una vocación pluralista y una línea editorial independiente. En todo caso, será importante establecer cuotas u otros mecanismos para asegurar que la mayoría de las frecuencias del 33% que corresponden al sector público, se concesionen a medios públicos NO oficiales.

• El artículo 20 trata sobre la responsabilidad ulterior de los medios de comunicación y establece que quienes formulen comentarios en las páginas Web de los medios deben ser debidamente identificados por el medio. En dicha disposición se afecta explícitamente el anonimato en línea, elemento fundamental de la libertad de expresión en internet. Además, la privacidad de los usuarios podría verse comprometida, ya que no se establece cómo los medios gestionarán los datos personales que están obligados a solicitar. La separación entre la información generada por el medio y los comentarios de particulares es suficiente para deslindar responsabilidades.

• El artículo 26 sobre el “linchamiento mediático”, si bien apunta a dar solución a un problema real, resulta ambiguo en su formulación. Es necesario que la reglamentación precise claramente qué casos podrían considerarse bajo este artículo para no coartar el rol del periodismo de investigación en hechos de interés público.

• El artículo 106 se refiere a la distribución equitativa de frecuencias, incluyendo el numeral 5 relativo a las nuevas señales que permitirá la digitalización. La Transitoria 20 señala que estas nuevas señales de radio y televisión serán administradas por el Estado. Contradictoriamente ya está aprobado un Plan Maestro de Transición a la TV Digital (octubre 2012) que asigna a los mismos concesionarios las nuevas señales. La digitalización, ¿multiplicará por cuatro la concentración de frecuencias digitales o será una oportunidad para distribuirlas equitativamente?

• El Art. 42 establece la titulación obligatoria para quienes ejercen tareas periodísticas de carácter permanente. Dicha titulación debe ser otorgada a comunicadoras y comunicadores que laboran en medios comunitarios atendiendo a la experiencia acumulada, la trayectoria profesional y el conocimiento específico que representan méritos equivalentes al título.

Confiamos que el Consejo de Regulación y Desarrollo de la Comunicación y la Superintendencia de la Información y Comunicación tengan apertura a las propuestas de la ciudadanía para la elaboración del reglamento, así como la necesaria transparencia para elaborar los informes vinculantes, sin tomar en cuenta afinidades políticas o intereses económicos, para la adjudicación de frecuencias de radio y televisión.

Ecuador está frente a una oportunidad histórica para democratizar la comunicación. La ciudadanía estará atenta al fiel cumplimiento de los artículos que la garanticen.

FIRMAMOS:

Coordinadora de Radio Popular Educativa del Ecuador, CORAPE
Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica, ALER
Radialistas Apasionados y Apasionadas
Colectivo Churo Comunicación
Agencia Latinoamericana de Información, ALAI
Organización Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación, OCLACC
SIGNIS
Isabel Ramos
Nelsy Lizarazo
Mauro Cerbino
María Belén Calvache
Guadalupe Yapud
Grace Merino
Fernando Checa

Adhesiones: autoconvocados.leycom@gmail.com

URL de este documento: http://alainet.org/active/65989


Google, la singularidad tecnológica y la privatización del ser humano




Sólo una sociedad que acepte la necesidad de escoger un techo común a ciertas dimensiones técnicas en sus medios de producción tiene alternativas políticas.
Iván Illich: La Convivencialidad, 1973


El pasado diciembre Google anunciaba el nombramiento como nuevo Director de Ingeniería de Raymond Kurzweil, conocido científico, inventor y empresario, y pope de la singularidad tecnológica y del transhumanismo.
Kurweil, un lunático para unos y un visionario para otros, defiende que, debido al carácter exponencial del progreso tecnológico, no estamos lejos del momento en el que la fusión entre biología y tecnología supondrá el paso definitivo hacia la trascendencia y la inmortalidad del ser humano. Este momento, denominado “singularidad”, implicará una transformación tan radical del propio universo y de nuestra comprensión del mismo que resulta imposible predecir o comprender qué es lo que ocurrirá después de tal acontecimiento.
Más allá del carácter excéntrico o proféticoi de las previsiones de Kurzweil, su nombramiento al frente de una de las áreas de mayor relevancia del gigante informático da una idea de cuál es el horizonte hacia el que camina la tecnología actual: la privatización tanto de nuestro pensamiento como de nuestro cuerpo físico.
Kurzweil y Google El nombramiento de Kurzweil como Director de Ingeniería de Google no supone el inicio de la colaboración entre ambos. Junto a la NASA y otras empresas cuyos nombres no han sido hecho públicos, Google ya había financiado con un millón de dólares la creación en 2009 de la Universidad de la Singularidad, situada en el campus Research Park de la NASA en Silicon Valley (California). Una iniciativa impulsada por el propio Kurzweil y el empresario espacial y presidente de la X Prize Foundation, Peter Diamandis, y que, en palabras del primero, busca “acoger a los líderes que crearán un creativo y único mundo del futuro".
Según cuenta la MIT Technological Review, la incorporación definitiva de Kurzweil al gigante informático se produjo a partir de una conversación del primero con el creador de Google, Larry Page, en julio de 2012. Además de hablarle del que sería su próximo libro Cómo crear una mente, Kurzweil le habría confesado su intención de “crear una empresa para desarrollar sus ideas sobre cómo construir un equipo verdaderamente inteligente: uno que pudiera entender el lenguaje y realizar inferencias y tomar decisiones por sí mismo”. Los recursos informáticos de Google, su descomunal base de datos y sus últimos avances en Inteligencia Artificial –en concreto en la elaboración de un software que a través del “aprendizaje profundo” simule los procesos neuronales de la corteza cerebral– hacía que poco después Kurzweil le diera el “sí quiero” a Page.
Uno de los primeros productos que han salido a la luz tras la incorporación de Kurzweil son las famosas Google Glass. Aunque no llegarán al mercado hasta 2014, las gafas de realidad aumentada ya han hecho correr ríos de tinta. Como respuesta a las críticas surgidas ante la posible desaparición del ámbito privado que puedan suponer, Eric Schmidt –presidente de Google hasta 2011– declaraba: “Si estás haciendo algo que no quieres que esté en internet, entonces no deberías hacerlo”. Asimismo, Kurzweil manifestaba sobre las mismas: “Es una primera versión muy sólida. Pero por lo general la versión número 3 se apodera del mundo. Windows 3 fue el que se hizo conocido”.
Pero, como decíamos, el gran proyecto de Kurzweil en Google es el desarrollo de una Inteligencia Artificial que, tal y como publicaba la revista del MIT el pasado enero, “buscará llevar la comprensión que tienen las computadoras de nuestro mundo a un nivel nunca antes visto”. La AI de Kurzweil “será diseñada para analizar las grandes cantidades de información que Google recopila y luego servir de asistente personal súper-inteligente”. Para ello, Kurzweil sugiere que “podría espiar cada conversación telefónica y el intercambio de correo electrónico y luego proporcionarte información interesante e importante antes de que tú sepas que la querías”ii. Algo en perfecta sintonía con lo que, según él mismo, son los objetivos actuales de Google: “La misión es organizar de manera inteligente toda la información del mundo. Porque al final de cuentas, todo es información y esto va a transformar todas las industrias”.
Pocos meses después, en el contexto de la Google I/O 2013, celebrada en mayo, Google anunciaba la inauguración de un laboratorio de investigación junto a la NASA que buscará desarrollar una Inteligencia Artificial. Para ello ha adquirido  un computador cuántico de la empresa D-Wave Systems , cuyo valor se estima entre los 10 y 15 millones de dólares y cuya velocidad es 3600 veces mayor que un ordenador convencional. Una tecnología que permitirá búsquedas personalizadas más eficaces a partir de información generada por nosotros mismos previendo aquella que vamos a requerir, pero que también busca llegar a procesar el lenguaje natural. Paso, este último, necesario para la construcción de la llamada “Hard-AI”, es decir una inteligencia artificial autónoma y superior a la del ser humano.
El “hombre-máquina”
La construcción de esta Inteligencia no es, sin embargo, más que un paso necesario hacia el que se supone que es el destino inevitable de la humanidad: la aparición del “hombre-máquina”, o lo que es lo mismo, la singularidad. Así la define el propio Raymond Kurzweil en el documental El hombre trascendente, destinado a exponer la vida y milagros del “genio” Kurzweil (así se refiere a él nada menos que Collin Powel en una reunión entre ambos):
“Singularidad es un período futuro en que los cambios tecnológicos serán tan rápidos y sus efectos tan profundos que todos los aspectos de la vida humana serán, irreversiblemente, transformados. No habrá una clara distinción entre humanos y máquinas. Las computadoras no serán esos aparatos rectangulares que guardamos en el bolsillo. Ellos estarán dentro de nuestros cuerpos y cerebros. Seremos un híbrido de inteligencia biológica y artificial”.
Años atrás, en 1998, Kurzweil realizaba en el libro La era de las máquinas espirituales una serie de “predicciones” ordenadas cronológicamente que desembocarían, allá por el 2099, en la singularidad.
Así, en pocos años, las computadoras alcanzarán la capacidad del ser humano y serán insertadas en nuestro cuerpo y en prácticamente todo lo que nos rodea (cámaras del tamaño de alfileres estarán por todas partes). Se generalizaran los “implantes neuronales” que mejorarán la visión, la memoria y el razonamiento, y la nanotecnología permitirá introducir en el torrente sanguíneo máquinas que permitirán mayor control sobre las enfermedades a través de la descarga directa de software. Más tarde, la separación entre realidad virtual y “real” se hará cada vez menos clara y nuestras mentes podrán “copiarse”, llegando el día, allá por el 2099, en que “nuestros cerebros serán mayoritariamente no-biológicos”, tal y como sostiene Peter Diamandis en el documental referido, añadiendo: “seremos capaces de saber todo conectando nuestros cerebros a –qué casualidad– Google”. Ya en plena singularidad, la fusión entre nuestras mentes con inteligencias artificiales a través de implantes neuronales hará que los humanos y las máquinas se mezclen en el mundo físico y mental. La mayoría de los seres conscientes carecerán de una forma física permanente. El ser humano alcanzará la inmortalidad. “Cualquiera que se resista a este progreso estará resistiéndose a evolucionar y, fundamentalmente, acabará por extinguirse. La cuestión no es si eso es bueno o malo. Va a acontecer”, concluye Diamandis.
Pero no hay de qué preocuparse. Todos esos cambios se producirán en un contexto de crecimiento económico, paz mundial, desaparición del hambre (alimentos construidos a través de nanomáquinas) y satisfacción de las necesidades básicas de toda la población gracias a la tecnología.
Hacia la privatización y el control total del ser humano
Muchas de las previsiones de Kurzweil y el transhumanismo pueden llegar a causar más hilaridad que preocupación. Sin embargo, lo que muestran es un modelo antropológico y socio-político que, aunque no llegue a consumarse totalmente, se ha constituido en el referente de gran parte de las grandes corporaciones de la informática y la tecnología y del propio gobierno de los EE.UU. (como muestra la implicación directa de la NASA en los proyectos de Kurzweil y Google). La “comunión” entre todos ellos es un signo de que ese modelo busca afianzarse como dominante desde ya mismo.
Ante las posibles reticencias que tales “progresos” puedan causar, Kurzweil y sus acólitos replican un mensaje que se remonta a la Ilustración: el progreso tecnológico y científico es histórica y universalmente necesario, así como motor de la justicia y la igualdad sociales. Las evidencias más que contrastadas –no sólo a nivel teórico– que muestran la profunda falacia de tan optimista mensaje no parecen ser algo que deba ser tenido en cuenta. Pedirles que sea considerado el carácter ideológico –en el sentido en que lo usa Marx– de tales creencias parece incluso fuera de lugariii.
Kurzweil insiste en el carácter “democrático” de la tecnología: si bien reconoce que las innovaciones tecnológicas pueden ser en un principio caras para la mayoría, su desarrollo posterior supone siempre su abaratamiento, permitiendo el acceso a las mismas de casi la totalidad de la población (aunque nunca deja claro si incluye a todos los países o sólo a los “desarrollados”). Pero es que es precisamente ese acceso universal el que hace a la tecnología desplegar todo su potencial a la hora de diseñar y hacer dependiente de ella nuestras vidas. Las elites, en definitiva, no se crean a partir del carácter restringido del acceso a la tecnología, sino a su controliv.
No hay que mirar demasiado lejos para entrever la capacidad de dominación que tal tecnología podría suponer sobre todas las dimensiones del ser humano. La imposición de un modelo determinado de conocimiento basado en el acceso inmediato y la acumulación de datos controlados por las grandes compañías tecnológicas –convertidos en única fuente de conocimiento– supone la materialización más perfecta del concepto marxista de ideología: la privatización total y absoluta de nuestro pensamiento. Por otro lado, no es difícil imaginar lo que supondría un programa de espionaje informático como Prism –usado por EE.UU. con la colaboración activa de empresas como Google– en un contexto como el que pronostica Kurzweil: el panóptico foucoultiano más perfecto posible.
Paralelamente, privatizado todo lo necesario para que nuestros cuerpos tengan la oportunidad de seguir con vida (sanidad, comida, agua…), la singularidad tecnológica supondría la privatización de nuestra propia existencia física: nuestro ser biológico dejaría su lugar a ese “cuerpo tecnológico” evidentemente dependiente de las grandes corporaciones del sector.
Como buen previsor, Kurzweil ha dedicado los últimos años a que sus previsiones se cumplan. Su fichaje por Google es un paso más en ese camino autoprofético y una señal clara de lo que los poderes político y económico buscan: ir más allá de la privatización de lo necesario para la existencia y hacernos a nosotros y nosotras mismas productos de las grandes empresas de la tecnología, dependientes sin fisuras de sus intereses económicos.
i El propio Kurzweil se ve a sí mismo como una especie de profeta cuya misión es revelar un mensaje universal común entre él y las religiones de todos los tiempos. Así, en el documental El hombre trascendente sostiene: “Si analizas las implicaciones de mis ideas, ellas tienen similitud con algunas ideas tradicionales religiosas. La idea de una profunda transformación del futuro, vida eterna, traer de vuelta a los muertos, el hecho de utilizar la tecnología para alcanzar las metas que he dicho no es casual. Esta coincidencia está en todas las filosofías humanas, porque reflejan un objetivo de la humanidad”.
ii http://pijamasurf.com/2013/01/ray-kurzweil-planea-construir-una-inteligencia-artificial-para-google/
iii La primera formulación de la idea de progreso tal y como se desarrolla en la Ilustración se la debemos a Turgot (1727-1781) en su famoso Cuadro filosófico sobre los progresos sucesivos del espíritu humano de 1750. Paralelamente, Turgot, que llegó a ser ministro e Inspector General de Finanzas, fue uno de los fundadores de la escuela económica denominada “fisiocracia” y cuya propuesta resumían con la expresión laissez faire. Esta teoría defendía la existencia de una ley natural que regula la economía que, por tanto, debe funcionar al margen de la intervención estatal, anticipándose, por tanto, al fundador del liberalismo económico, Adam Smith.
iv Algo parecido podríamos decir de la democracia representativa: la universalidad del acceso al voto no ha supuesto en ningún momento el acceso a la toma de decisiones, siempre en manos de una elite.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

La crisis alimentaria y la agroecología como alternativa al hambre

Entrevista con Miguel Altieri, profesor de la Universidad de California, y Marc Dufumier, profesor en el Instituto Nacional Agroeconómico de París

Alai y Amlatina


Existe un interés creciente, no sólo en el mundo rural sino también en la población urbana, por la agricultura ecológica, debido a su potencial para asegurar una alimentación sana y con menor impacto ambiental. No obstante, hasta ahora se lo ve más bien como una opción marginal del sistema alimentario, mientras se sigue imponiendo la visión de que sólo con la agricultura a gran escala se podría responder a las necesidades alimenticias del mundo. Pero, ¿qué hay de cierto en todo eso?
Un primer hecho a notar es que el hambre crónica que se padece en el mundo no se debe a una escasez en la producción de alimentos. En eso las cifras están claras. Cada persona requiere ingerir unas 2,200 kilocalorías por día, para lo cual se necesita producir unos 200 kilos de cereales por habitante por año, o su equivalente en forma de papa, yuca o similares. La producción mundial actual es de 330 kilos por habitante, o sea que hay una sobreproducción de comida, suficiente como para alimentar a 9 mil millones de personas, la cifra de población mundial estimada para el año 2050.
Estos datos nos proporcionaron dos investigadores, en sendas entrevistas que realizamos para profundizar sobre las causas de la crisis alimentaria y las alternativas que ofrece la agroecología. Se trata de Miguel Altieri, profesor de la Universidad de California en Berkeley, quien es también presidente de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (Socla); y Marc Dufumier, profesor en el Instituto Nacional Agroeconómico de París, AgroParisTech.
Dufumier reconoce que la crisis alimentaria se agudizó en estos últimos cuatro años, “pero ya en 2006 había 800 millones de personas que tenían hambre. Ahora hay un poquito más, pero es estructural, no es una crisis coyuntural”. Afirma: “Es un problema de pobreza en términos monetarios. La gente no tiene poder de compra”. En el mismo sentido, Altieri recalca: “Un tercio de la población humana gana menos de dos dólares por día, entonces no tiene acceso a la comida. En Europa y en EU se bota aproximadamente 115 kilos por persona por año de comida, suficiente para alimentar a toda África”.
Otros factores que contribuyen a la crisis alimentaria, señalados por nuestros entrevistados, incluyen el aumento de la producción agrícola para alimentar a los carros en lugar de las personas; el incremento del consumo de carne (que se extiende ahora en países de gran población como China e India), siendo que se necesitan de tres a 10 calorías alimenticias vegetales para producir una caloría animal; el sistema de distribución de alimentos, y otros problemas estructurales relacionados con el control de las multinacionales sobre el sistema alimentario.
Para Altieri, la crisis alimentaria, acoplada a la crisis energética, la ecológica y la social, “es una crisis del capitalismo, de un modelo industrial de agricultura que se basó en premisas que hoy ya no son válidas”. Lo explica en estos términos: “Cuando se crea la revolución verde en los años 1950-60, se crea un modelo de agricultura maltusiano, que percibe el problema del hambre como un problema de mucha población y poca producción de alimentos; y que había que cerrar la brecha trayendo tecnologías del Norte al Sur, como las variedades mejoradas, los fertilizantes, los pesticidas, etcétera. Ellos asumían que el clima iba a ser estable, que el petróleo iba a estar abundante y barato, que el agua iba a estar siempre abundante y que las limitantes naturales de la agricultura, como las plagas, se podían controlar fácilmente. Y así nos encontramos hoy en día con una agricultura que ocupa aproximadamente 1.400 millones de hectáreas en monocultivos altamente dependientes de productos externos, en los cuales los costos de producción varían de acuerdo a como sube el petróleo; donde tenemos más de 500 tipos de plagas resistentes a más de mil pesticidas”. Uno de los resultados es que actualmente en el mundo hay “aproximadamente mil millones de personas hambrientas y por otro lado mil millones de personas obesas, que son víctimas directas del modelo industrial de agricultura”.
Es cierto que este modelo, siendo altamente mecanizado, rebaja significativamente los costos directos de producción por hectárea; por lo tanto permite vender alimentos a menor precio a la vez que aumentar las ganancias. No obstante, Dufumier destaca que esto es una trampa, pues no toma en cuenta los costos indirectos: sociales, ambientales, de salud pública, etcétera.
Cita el ejemplo de la leche en polvo barata, que “nos cuesta sumamente caro, por la contaminación de los suelos, por el exceso de nitrato en las aguas freáticas, por las hormonas en la leche. Entonces hay lo que los economistas llaman externalidades negativas”, que impactarán en una menor expectativa de vida y en la salud de la población.
Altieri estima que en el caso de EU, de internar estos costos, sumarían unos $300 por hectárea de producción.
La agroecología como alternativa
Frente a este modelo, surge la pregunta: en qué medida la agroecología puede ofrecer soluciones viables; y si se trataría de soluciones parciales o marginales, o si tiene la capacidad de solucionar el hambre. Miguel Altieri aclara: “No me gusta caer en el argumento de si la agroecología podría alimentar el mundo porque, como dije, no es un problema de producción. Con la agroecología podemos producir alimentos suficientes para alimentar al mundo, pero si las inequidades, las fuerzas estructurales que explican el hambre no se solucionan, entonces el hambre continúa, no importa que sigamos produciendo con agroecología”.
La agroecología –nos recuerda– "es una ciencia que se basa, por un lado, en el conocimiento tradicional campesino y utiliza también avances de la ciencia agrícola moderna (salvo la biotecnología transgénica y los pesticidas, por supuesto), pero sí los avances que tienen que ver con ecología, con biología del suelo, control biológica de plagas, todo eso se incorpora dentro de la agroecología, y se crea un diálogo de saberes.
En el mundo hay aproximadamente 1.500 millones de campesinos que ocupan unas 380 millones de fincas, que ocupan el 20% de las tierras, pero ellos producen el 50% de los alimentos que se están consumiendo en este momento en el mundo. (La agricultura industrial solamente produce 30% de los alimentos con el 80% del área agrícola). De esos campesinos, 50% practican agroecología. O sea, están produciendo el 25% de la comida del mundo, en un 10% de las tierras agrarias. Imaginen si esta gente tuviera el 50% de las tierras a través de un proceso de reforma agraria: estarían produciendo comida en forma abundantísima, con excedente incluso”.
Al mismo tiempo, la agroecología trae otras ventajas que no tiene la revolución verde. “Por ejemplo –señala Altieri– es socialmente activante, porque para practicarla tiene que ser participativa y crear redes de intercambio, sino no funciona. Y es culturalmente aceptable porque no trata de modificar el conocimiento campesino ni imponer, sino que utiliza el conocimiento campesino y trata de crear un diálogo de saberes. Y la agroecología también es económicamente viable porque utiliza los recursos locales, no entra a depender de los recursos de afuera. Y es ecológicamente viable porque no pretende modificar el sistema campesino sino optimizarlo. La revolución verde buscó cambiar ese sistema e imponer un conocimiento occidental sobre el conocimiento campesino. Por eso ha tenido mucha repercusión en las bases”, concluye.
Un factor importante a considerar es que la producción agroindustrial de gran escala es menor cuando se considera la producción total. O sea, los monocultivos son más productivos en términos de mano de obra; pero la agricultura campesina produce mucho más por hectárea. “Si haces un gráfico de producción total contra área –indica Altieri–, la curva de producción va bajando en relación al área de la finca. Porque no estamos comparando producción de maíz con maíz, sino que estamos comparando la producción total de la finca. ¿Y qué produce el campesino? Produce maíz, habas, papas, frutas; cría cerdo, pollo... Y cuando analizamos así el sistema, nos damos cuenta que es aproximadamente 20 a 30 veces más productiva. Eso da una base muy importante para pensar en reforma agraria”.
Otra ventaja es su mejor resistencia al cambio climático. No sólo porque no genera calentamiento global –a diferencia de la agricultura industrial, con su alto consumo de combustibles fósiles–, sino que hay evidencias de que resiste mejor fenómenos como las sequías. Los monocultivos, que crecientemente dominan los paisajes agrícolas del mundo, “son altamente susceptibles porque tienen homogeneidad genética y homogeneidad ecológica”, como lo evidenció la sequía del año pasado del Mid-West de EU, la más grande en 50 años, donde la agricultura transgénica de maíz y soya perdió el 30% de todo el rendimiento, según Altieri.
¿Cuáles serían, entonces, las políticas públicas clave para que un país promueva y desarrolle en serio la producción agroecológica?
Nuestros entrevistados coinciden en reconocer que la producción agroecológica, por ser artesanal e involucrar mayor mano de obra, tiene costos de producción más altos y debe ser mejor pagada; entonces se requieren políticas de fomento y subsidios que protejan a la agroecología y a los pequeños agricultores. De este modo se puede lograr que la comida sana esté al alcance de las mayorías, y que no sea solamente un producto de consumo de lujo de los sectores adinerados (como ocurre, por ejemplo, con los productos orgánicos que se exportan al Norte).
Miguel Altieri destaca, en este sentido, la experiencia de Brasil, con el programa del Ministerio de Desarrollo Rural que compra el 30% de la producción al campesinado, reconociendo su rol estratégico. Es una comida sana que se destina al consumo social, en las escuelas, los hospitales, las cárceles. “La agricultura familiar en Brasil cuenta con 4.7 millones de agricultores que producen el 70% de la comida en 30% de la tierra; es un papel fundamental para la soberanía alimentaria”.
Entendieron que para protegerla, no podían poner a los pequeños productores a competir ni con los grandes, ni con la producción de EU o de Europa “que es una competencia totalmente desleal”. El investigador considera un acierto que ese país haya creado dos ministerios del sector: el de Agricultura, para los grandes productores (que evidentemente van a seguir existiendo), y el de Desarrollo Rural para los pequeños, con proyectos de investigación, extensión, políticas agrarias específicas para el agricultor campesino. Incluso dice que este último ministerio tiene más recursos que el de Agricultura. “Lo que no funciona es cuando el Ministerio de Agricultura cuenta apenas con una pequeña oficina o secretaría del agricultor familiar”, algo que pasa en la mayoría de los países.
Apoyar las prácticas agroecológicas con investigación y con extensión agroecológica es otro elemento clave. “Mucho gente pregunta: ¿puede la agroecología alimentar el mundo, puede ser tan productiva? Pero mira, todos los institutos nacionales de investigación agropecuaria, los centros internacionales de investigación, las universidades, durante 60 años han financiado investigación en agricultura convencional. ¿Qué tal si a nosotros nos dieran el 90% de ese presupuesto para apoyar la agroecología? La historia sería otra”, reflexiona Altieri. Señala a Cuba como el país más avanzado en este sentido, por la situación que enfrentó en el periodo especial. Una ventaja fue que tenía los recursos humanos para hacerlo, tenía agroecólogos formados; y a través de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), 120 mil agricultores en 10 años incorporaron la agroecología, con altos niveles de producción y eficiencia energética.
Quizá el obstáculo mayor es la falta de voluntad política, combinado con intereses multinacionales “que están siempre empujando en el sentido equivocado”. Altieri cree que el cambio climático es lo que finalmente va a poner los límites a la agricultura industrial. En el caso de países como Ecuador y Bolivia, cuyas constituciones ya establecen la soberanía alimentaria, el investigador considera que tienen “una oportunidad histórica: si no es ahora, ¿cuándo?” Él les ha propuesta establecer un proyecto territorial piloto, pues “el manejo territorial implica ecología del paisaje y otras dimensiones del diseño que van mucho más allá del diseño de la finquita particular. Porque si hay campesinos que practican la agroecología pero están dispersos, no se puede hacer una conversión territorial. Así aprendamos, porque no tenemos todas las respuestas”.
¿Una agricultura de pequeña escala?
Nos preguntamos si la agroecología puede aplicarse en cualquier escala, o si es básicamente para la pequeña agricultura, y si eso es una limitante. Marc Dufumier considera que, por su esencia, sirve para la agricultura familiar, aunque reconoce que es más accesible a la mediana producción familiar que al minifundista, por su poca capacidad de ahorrar e invertir en tracción animal, carretas, producir estiércol y fertilizar por la vía orgánica. Las unidades familiares de tamaño mediano serían, además, las óptimas para generar empleo y evitar el éxodo rural. Los grandes productores agrícolas, en cambio, “tienen la capacidad de inversión, pero no tienen el interés, porque quieren maximizar la rentabilidad del capital financiero invertido, y amortizar la inversión sobre grandes superficies, entonces su interés es el monocultivo que es todo lo contrario de la agroecología”.
Para Miguel Altieri, en cambio, la agroecología es una ciencia que entrega principios de cómo diseñar y manejar sistemas agrarios, de cualquier escala, pero con respuestas tecnológicas diversas, según el caso. “Yo he mostrado ejemplos de fincas de entre 500 y 3,000 hectáreas que se manejan agroecológicamente. Estoy hablando de un rediseño del sistema agroecológico con biodiversidad funcional, con rotaciones, con policultivos, que toman otras formas en la gran escala, porque hay que usar maquinaria por supuesto, no van a manejar 3,000 hectáreas con chuzo ni con tracción animal.
Entonces hay muchos ejemplos de que se puede hacer a gran escala. Lo que pasa es que en América Latina, dada la importancia estratégica de la pequeña agricultura, la agroecología siempre se dedicó a solucionar el problema de la agricultura familiar, campesina, pero eso no significa que no se pueda aplicar a gran escala”.
Fuente original: http://forumenlinea.com/portal/images/stories/carton/corrupcion_judicial.jpg

Del muro de Abuelas de Plaza de Mayo "Encontramos otro nieto, el 109"




Abuelas de Plaza de Mayo anuncia con enorme felicidad la restitución de la identidad de Pablo Germán Athanasiu Laschan, otro de nuestros nietos robados por el terrorismo de Estado, secuestrado junto a sus padres el 15 de abril de 1976 cuando tenía solo cinco meses y medio.

En abril de este año, Pablo fue contactado por integrantes de Abuelas y hace cerca de un mes accedió voluntariamente a realizarse el examen inmunogenético que logró determinar, en un 99,99 por ciento, su pertenencia al grupo familiar Athanasiu Laschan.

Sus padres

Frida Laschan Mellado nació el 10 de agosto de 1947 en Chile. Ángel Athanasiu Jara, el 15 de septiembre de 1954, también en el país trasandino. Ambos eran militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Frida, durante el gobierno de la Unión Popular de Salvador Allende, ocupó un cargo en la Corporación de la Reforma Agraria (CORA).

En marzo de 1974, luego del golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet, Frida sufrió la persecución política. De hecho, en septiembre de 1973 ya había permanecido algunos días en la Comisaría de la ciudad de Lautaro y luego en Santiago de Chile. Posteriormente, ya liberada, se exilió en Buenos Aires, donde se reencontró con Ángel –quien había escapado un tiempo antes hacia la Argentina– y ambos comenzaron a militar en el PRT-ERP.

Vivieron ocho meses en Capital Federal y después se mudaron a San Martín de los Andes, Neuquén, hasta mediados de 1975. Ante los avisos de que estaban siendo vigilados, Ángel y Frida, ya embarazada, decidieron volver a Buenos Aires.

El 29 de octubre de 1975 nació su hijo, Pablo Germán. En abril de 1976, la pareja y el pequeño fueron secuestrados del hotel en el que vivían, en un operativo realizado por fuerzas de seguridad en el marco del Plan Cóndor.

El caso

Pablo Germán fue anotado como hijo propio con fecha de nacimiento 7 de enero de 1976 por un matrimonio con estrecha vinculación al régimen cívico-militar, tan es así que su apropiador hoy se encuentra detenido en el marco de una causa por crímenes de lesa humanidad.

Desde el secuestro de Ángel, Frida y Pablo, las familias Athanasiu y Laschan realizaron diversas denuncias e incluso viajaron a Buenos Aires para dar con el paradero de los jóvenes desaparecidos y el bebé. Los buscaron infructuosamente en cárceles, asilos y orfanatos.

En 1982, Abuelas de Plaza de Mayo radicó la denuncia por su desaparición –fue una de las primeras de la Asociación– ante el juzgado Federal Número 1, actualmente a cargo de la jueza María Romilda Servini de Cubría.

En abril de este año, frente a las informaciones que indicaban que podía ser hijo de desaparecidos, y con la colaboración de la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Seguridad de la Nación, nuestra institución se acercó al joven para invitarlo a dejar su muestra genética.

Ayer, finalmente, Pablo Germán fue notificado por la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) de que es hijo de Frida y Ángel.

Los seguimos esperando

Hoy, hace exactamente un año que anunciamos la restitución de identidad del nieto 106, Pablo Gaona Miranda. Luego, la de la hija de María de las Mercedes Moreno y, tristemente, debimos comunicar que el embarazo de Mirtha Noelia Coutouné no llegó a término.

Son 109 los casos resueltos gracias a la perseverancia de la lucha, pero aún son cientos de familias las que esperan el encuentro con los nietos y nietas robados por el terrorismo de Estado.

El tiempo pasa, muchas de nuestras compañeras de lucha van partiendo sin la alegría del abrazo. La búsqueda es cada vez más urgente. Por eso, a quienes dudan de su origen, las Abuelas les decimos que el momento para resolver su identidad es ahora, que no esperen más. Saber quiénes son y de dónde vienen les va a quitar un peso de encima y les va a aliviar todo ese dolor que llevan adentro desde hace más de 30 años, desde el instante preciso en que fueron brutalmente separados de sus verdaderos padres.

Otro paso para fortalecer la lucha por la Soberanía Alimentaria


CLOC -Vía Campesina


Luego de un proceso de casi una década de discusión y construcción llegamos a la I Asamblea Continental de la Alianza por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos de América Latina y el Caribe, instancia desde la que esperamos lograr mayor coordinación de luchas y acciones en torno a la construcción de la Soberanía Alimentaria como un eje estratégico, imprescindible para fortalecer el proceso de integración Latinoamericana con carácter popular, con Soberanía popular y democracias fortalecidas ante las arremetidas de las transnacionales y el imperio. El contexto requiere de máximos esfuerzos de articulación y unidad del campo popular, las crisis, sobre todo la crisis alimentaria y la ambiental están estrechamente ligadas al modelo de la agricultura Industrial y de los agronegocios.
Este modelo presenta las consecuencias de la ofensiva del capital financiero y las transnacionales en la agricultura que tuvo comienzo en la pos guerra con la Revolución Verde, pretexto para lograr que las transnacionales bélicas que fabricaron armamentos, maquinarias y químicos puedan obtener mercados en el mundo agrícola. Desde ese momento vemos el desenlace de diversos mecanismos de destrucción de sistemas locales de producción de alimentos, de desplazamientos de millones de campesinos y campesinas, de mercantilización de la tierra, los bienes naturales y los alimentos. La globalización y la consecuente hegemonía del capital financiero aceleró este proceso, surgieron tecnologías funcionales a las transnacionales como las semillas transgénicas y resistentes a agrotóxicos. Por primera vez en la historia de la humanidad llegamos a tener mayor población urbana que rural, muchas ferias y mercados locales fueron reemplazados por hipermercados, y los comoditties subordinando territorios nacionales a las transnacionales, los alimentos cotizando en bolsa y sus precios en un aumento sostenido por la presión de los fondos especulativos. El mercado global de alimentos en manos de un puñado de corporaciones que dominan todos los eslabones de la misma.
En la cumbre mundial de la Alimentación de 1996 , la cifra de 800 millones de hambrientos resultó un escándalo, sin embargo, el lobby empresario, instaló la idea de que el problema era falta de tecnología, proponiendo multiplicar las acciones de promoción y desarrollo de la Agricultura Industrial y su paquete destructor. En cuanto a la urgencia del hambre, esta tendencia de lucro por encima de la vida, propone alcanzar la Seguridad Alimentaria, es decir, terminar con el hambre por medio de donaciones caritativas de alimentos desde los países ricos a los subdesarrollados.
En ese momento, en la misma Cumbre se alzó la voz de La Vía Campesina Internacional.
En completo desacuerdo con estas “propuestas de la FAO”.
Los pueblos tienen el derecho de producir sus propios alimentos, las campesinas y campesinos han alimentado a la humanidad durante 10 mil años, y aun hoy con tan solo 1/3 de la tierra, alimentamos al 75% de la población mundial, difícil que exista justicia y democracia en pueblos que no tienen autonomía alimentaria. Allí surgió la propuesta de la Soberanía Alimentaria, como respuesta a las evidentes mentiras del capital. La Soberanía Alimentaria, es un planteo político, que considera que los pueblos tienen derecho a producir y consumir sus propios alimentos. Para ello la tierra debe estar en función del bien común, es un bien social y son campesinos, campesinas, pueblos originarios, trabajadores quienes pueden garantizarlo.
La crisis ambiental, también está directamente relacionada al modelo agropecuario, casi el 50% de las emisiones de gases con efecto invernadero provienen de la cadena agroindustrial, por el enorme consumo de combustibles fósiles, agrotóxicos y fertilizantes, y plásticos para el packing. Por eso sostenemos que la Agricultura campesina enfría el planeta. Nos encontramos en un momento más que interesante en América Latina, con un proyecto de integración, de construcción de la patria grande, bajo principios antimperialistas, anticolonialista, con horizonte al socialismo, que se enfrenta en una disputa sin cuartel con proyectos del imperialismo yanqui, del capital reinando con su lógica egoísta y donde todo tiene su precio.
En ese marco entendemos que la Soberanía Alimentaria es una piedra fundamental del proyecto popular. Y entonces la disputa de Agricultura campesina vs Agricultura Industrial - Agronegocios hace parte de las contradicciones fundamentales.
En el continente, se ha agudizado el acaparamiento de tierras, los desalojos y asesinatos de dirigentes campesinos, indígenas, millones de hectáreas de bosques y selvas son destruidas, aguas contaminadas, pueblos enteros fumigados. Empiezan a morir las abejas... y como dijera Albert Einstein, «Cuando se muera la última abeja, cuatro años después, desaparecerá la especie humana».
Según la FAO 1000 millones de hambrientos aproximadamente hay en el mundo hoy, sumando a 500 millones de obesos, esto se acompaña también según la FAO, con que más del 40% de los alimentos de la cadena agroalimentaria industrial se desperdician por descomposición.
La soberanía Alimentaria es una propuesta política, económica social y cultural, que solo puede ser alcanzada en el marco del avance del proyecto popular.
Así, esperamos que la Alianza por la Soberanía Alimentaria, permita darle mayor vitalidad a la confluencia de distintos procesos de articulación y lucha. Amigos de la Tierra, El Consejo de Tratados de Pueblos Indios, MAELA, COPROFAM, son algunas de las redes que forman parte de esta iniciativa junto a la CLOC Vía Campesina.
El año 2014 ha sido declarado el año mundial de la Agricultura Familiar, y será muy importante dar la lucha ideológica en cuanto a los conceptos y significancias. Para algunos agricultura familiar se refiere a agronegocios de pequeña escala y “dirigidos” por miembros de una familia. Para nosotros no, por eso insistimos con el término Campesino, que hace referencia a una forma de vida, que tiene una memoria histórica, en la cual predomina el espíritu del bien común, el trabajo digno como un valor fundamental para el desarrollo de los pueblos, con una fuerte relación con los mercados locales y una práctica productiva basada en la armonía con la naturaleza. Sintiendo a la Tierra como nuestra madre, por eso los campesinos y campesinas vivimos en la tierra, trabajamos, producimos alimentos sanos y diversos, hacemos nuestros hijos, festejamos y morimos en la tierra.
Por eso hablamos de una propuesta clara: Agricultura campesina, con base agroecológica y hacia la Soberanía Alimentaria.
Claro que consideramos aliados a todas y todos aquellos que se identifican con este modelo pero lo denominan agricultura familiar, como con los pastores, los pescadores artesanales, los indígenas.
En estos últimos tiempos la FAO está cambiando el rumbo, muy a pesar de su burocracia, ya ha reconocido que para revertir el hambre es necesario fortalecer la agricultura familiar, aprobó en conjunto con el CSA las directrices de la Tierra, donde recomienda a los gobiernos a generar políticas de acceso a la tierra para agricultura familiar y campesina. Sin embargo, la gran mayoría de gobiernos progresistas continúan con políticas agrarias funcionales a la agricultura industrial, donde la tierra queda subordinada a los intereses transnacionales y de oligarquías locales.
Por eso otro objetivo de esta Alianza es promover cambios en las políticas agrarias para favorecer políticas publicas orientadas a la Soberanía Alimentaria, Reformas Agrarias Integrales, Créditos a los campesinos, educación y salud de calidad en el campo, fortaleciendo de mercados locales etc..., es decir lograr instalar en las agendas de UNASUR, CELAC y ALBA estas políticas, además de poder establecer más acciones con organizaciones urbanas y de trabajadores.

Nace la Alianza por la Soberanía Alimentaria, para sembrar más esperanza, sembrar más luchas esperando cosechar conquistas populares y nuevos desafíos.


Fuente original: http://viacampesina.org/es/index.php/temas-principales-mainmenu-27/soberanalimentary-comercio-mainmenu-38/1831-otro-paso-para-fortalecer-la-lucha-por-la-soberania-alimentaria